30 octubre, 2008

Grabando Estampas (I). Taller de Rivas.

Hace unos cuantos años, Alis y yo nos liamos la manta a la cabeza para grabar un documental sobre Estampa, la feria de grabado otoñal de Madrid. El objetivo era mostrar cómo trabajan algunos de los artistas que exponen, desde los más amateurs hasta los más consagrados. Ha pasado una eternidad y el documental se había quedado criando polvo en nuestras estanterías, pero como mitte está que no para, este año nos ha apetecido colgarlo aquí. Hasta que empiece la feria iremos subiendo un trocito cada día. El fragmento de hoy (el principio del documental) muestra cómo trabajan y cómo se preparan para exponer en un taller de aficionados de Rivas. Quisimos empezar con esta historia porque permite hacerse una idea básica de en qué consiste exactamente el proceso del grabado, antes de entrar a mostrar trabajos más elaborados. La música original, por cierto, está compuesta por Mikto Kuai.

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29 octubre, 2008

Grabando Estampas (II). Museo Municipal de Arte Contemporáneo.

Cuando planificamos el rodaje de Grabando estampas nos pareció muy interesante mostrar cómo se hacía un stand de la feria. Entre todos los que había escogimos uno de los más gordos: el del Museo Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid (el que está en el Conde Duque). Primero fuimos a grabar al taller de carpintería donde se fabricaron las piezas, y luego conseguimos una entrevista con Vicente Patón y Alberto Tellería, los arquitectos que lo habían diseñado. Vicente Patón viene de una revista mítica de la movida, La Luna de Madrid, y con Alberto había hecho ya el gran mural de la estación de metro del aeropuerto. El stand que diseñaron para Estampa era muy sencillo, pero a nosotros nos gustó bastante. Entre otras cosas, porque nos encantó Fernando Bellver, el artista cuya obra albergaba. Bellver es el segundo plato fuerte de este fragmento del documental: un tipo que se define como "proveedor de artículos para galerías de arte" y que ni siquiera sabe el nombre de la institución oficial a la que representa. Para rematar, el vídeo termina con una entrevista a toda velocidad con Esperanza Aguirre. Si se pone un poco de empeño, durante un segundo se puede ver la nariz de un viejo conocido de mitte.

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28 octubre, 2008

Grabando Estampas (III). Marlborough y Blanca Muñoz.

El objetivo principal de Grabando Estampas era mostrar a todos los actores que intervienen en una feria de arte. En esta tercera entrega los protagonistas son los poderosos, los que exponen avalados por el prestigio y el dinero. Marlborough, una de las más importantes galerías del mundo, nos abrió las puertas de su depósito para mostrarnos cómo gestionan la obra gráfica de los artistas que tienen en nómina. Uno de mis momentos favoritos de todo el documental es cuando Miriam Pablos desembala un grabado de Blanca Muñoz sólo para mostrarlo a la cámara. Me gusta pensar que durante todo ese tiempo el espectador se siente como un coleccionista, porque es lo más parecido a "estrenar" una obra de arte. En la segunda mitad de este fragmento, Alis y yo también intentamos captar el universo de Blanca Muñoz, Premio Nacional de Grabado en 1999 y una de nuestras favoritas de todos los tiempos. Una vez más, mención especial para la música original de Mikto Kuai, que genera un efecto frío y desasosegante muy oportuno.

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27 octubre, 2008

Grabando Estampas (IV). Arte vs negocio.

Este cuarto fragmento de Grabando estampas me hace sentir mal porque creo que se carga el espíritu frío y objetivo que buscábamos. La idea original era contraponer dos puntos de vista completamente opuestos para explicar aspectos de gestión pura y dura de la feria, al margen del arte. Escogimos a la directora, Isabel Elorrieta, y a una grabadora desconocida que no podía pagar una galería, Isabel Fernández. Lo ideal habría sido que no se tomase partido por nadie, pero eso es muy difícil de conseguir, casi utópico. Creo que al final nos salió un montaje demasiado tendencioso, una conversación ficticia donde lo más probable es que el espectador se posicione del lado de los artistas frente a los intereses esconómicos de galerías y organizadores. Sólo hay una cosa que me enorgullece: para evitar caer en el victimismo anticapitalista más facilón, el fragmento termina con la lógica aplastante de Fernando Bellver. "Las posibilidades de un artista de encontrar galería son todas... si el trabajo es bueno". El debate, supongo, está servido.
NOTA: El audio se ha desfasado un pelín con respecto a la imagen. He subido el vídeo a youtube cuatro veces, pero siempre falla. Eso también me hace sentir mal.

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23 octubre, 2008

Grabando Estampas (V). Papel.

Cuando se habla de los grabados de tal o cual pintor es frecuente referirse a ellos como "su obra en papel". Algún día habrá que discutir hasta qué punto esta forma de hablar esconde una sutil condescendencia hacia la obra gráfica, como si mancharse de óleo fuese más digno que manejar un punzón y un tórculo. Pero ahora no toca: en este fragmento de Grabando estampas lo que importa es, simplemente, el papel. "El papel es muy afable", nos dijo el profesor de la escuela de Rivas con gran sabiduría. Si dedicas un par de minutos a echar un ojo por los stands de Estampa, aprendes dos cosas: que hay un montón de tipos de papel y que este soporte ofrece una inesperada versatilidad. Lo cual es un alivio para gente como yo, que no sé dibujar, porque haga lo que haga siempre va a quedar medio bien.

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22 octubre, 2008

Grabando Estampas (VI). Grabar sin grabar.

La quinta entrega de este documental es la más corta y la más contradictoria, porque tarda sólo dos minutos en demostrar que se pueden hacer grabados sin grabar. O casi. Lola Díaz nos invitó a su estudio para enseñarnos la forma de enriquecer una obra gráfica con elementos añadidos, como el polvo de mármol o mi favorito, el carborundum. Detrás de esta palabreja con pinta de ser un taco dicho en latín hay un derivado del carbón, más duro que el diamante, que artistas como Tapies usan para dar textura a sus obras. Es posible que Grabando Estampas hubiese podido sobrevivir sin este pequeño fragmento, pero aun así creo que hay, al menos, tres motivos para verlo: que se escuche una canción de Blondie, que se vea a un artista en plena faena y que, al final, aparezca la reacción del público de la feria. Desde el principio tuvimos claro que cada vez que en el documental presentásemos a un artista terminaríamos con un plano donde apariese la reacción del público. Casi no se percibe, pero es una muestra de coherencia estética que funciona como valor añadido.

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20 octubre, 2008

Grabando Estampas (y VII). Fernando Bellver.

Grabando Estampas termina como Dios manda, en alto. El último fragmento me gusta porque transmite una visión del arte que debería dejar contento a todo el mundo, desde los cursis hasta los inquietos. Y todo gracias al personaje más magnético de todo el documental, Fernando Bellver (a quien ya vimos en el segundo fragmento, por cierto). Bellver complace a los ñoños porque su obra es personal y sincera, porque se deja la piel, porque alimenta el viejo tópico de creador atormentado que utiliza su arte para expresar emociones tan universales como el desamor, la resaca y el frío. Y a los que buscan compromiso y vanguardia, los que suben la ceja cuando algo les huele a sensiblero, les brinda una personalidad tan heterogénea e inabarcable, tan pendiente de no aburrirse nunca, de "romper con los totems", que no pueden evitar sentirse igualmente complacidos. Mi momento favorito de todos es cuando Conco Díaz, el galerista que ha apadrinado a Bellver durante toda su carrera, reconoce que ha venido desde Canarias para exponer unos grabados que, está seguro, no podrá vender. Esa mezcla de amistad e integridad estética me conmueve.

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17 octubre, 2008

Yo y mi cámara (y III). Helmut Newton en el hospital.

Si tuviera que hacer una lista con las cinco fotos que más me han afectado, estoy seguro de que incluiría ésta. Corría el año 1971 y Helmut Newton acababa de sufrir un infarto en Nueva York. Todavía no se había convertido en el fotógrafo famoso que hoy conocemos, pero cuando se colocó desnudo delante del espejo y se hizo este autorretrato, demostró que lo suyo era auténtica vocación. Siempre que veo esta imagen trato de imaginar si yo sería capaz de actuar igual, porque creo que de ello depende que algún día llegue a hacer buenas fotos. El compromiso con la realidad (aunque sea cruda), el afán testimonial (dicen que después de esta convalecencia Newton vio la luz) y la inmediatez de la imagen me parecen requisitos imprescindibles para cualquier retrato digno. En los treinta años que todavía le quedaban por vivir, Helmut Newton se especializó en fotos de tías en pelotas que nunca me han convencido del todo. Pero sólo por esta imagen ya figura entre mis favoritos de siempre.
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16 octubre, 2008

Yo y mi cámara (II). Alison.

Cuando vas a hacerle una foto a alguien puedes escoger entre dos opciones: que diga güisqui o que diga patata. Si dice güisqui tendrás un retrato sonriente y aburrido, pero si dice patata a lo mejor te sale algo parecido a lo que ha hecho Jack Radcliffe. Este señor es un fotógrafo que lleva toda la vida retratando a su hija, desde que era una cría hasta que se ha hecho adulta. "Más o menos como todos los padres", dirán algunos, y yo contesto que más bien menos, porque lo original de este seguimiento, lo que marca la diferencia con el típico papaíto embobado, es que no busca la complacencia sino la honestidad. Y si la honestidad implica que en las fotos salga el fracaso personal de tu propia hija, pues te aguantas. Alison, que así se llama este proyecto, es uno de los reportajes más impresionantes que he visto en los últimos meses; una manifestación insólita de amor, respeto e intimidad fotográfica. "La cámara se convirtió en parte de nuestra relación", dice el padre Jack Radcliffe para explicarlo. Y a la vista del conjunto de las fotos creo que no podía ser una descripción más exacta. El asunto me despierta una admiración tan sincera que ni siquiera me voy a molestar en pegar las imágenes aquí, en mitte. Quien quiera verlas, que visite directamente la página de Alison.
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15 octubre, 2008

Yo y mi cámara (I). Las fotos privadas de Brad Pitt.

Brad Pitt cada vez me cae mejor. El tipo no sólo está bueno, sino que además rueda películas molonas y, lo mejor de todo, saca fotos. La revista W acaba de publicar un reportaje exclusivo con los diferentes retratos que le ha hecho a su mujer, fotos íntimas de andar por casa, y la red está que arde de curiosidad. A algunos, supongo, les dará morbo verle el pezoncillo a la Jolie. Pero yo creo que el verdadero encanto de estas imágenes es la complicidad evidente que se percibe entre la modelo y el fotógrafo. No son fotos de la mujer más deseada del mundo, sino fotos de la mujer del tipo que estaba asomado por el visor. Brad Pitt ha conseguido plasmar en imágenes su mirada más personal e íntima, y eso es bastante meritorio; es la base de cualquier fotografía que merezca la pena. Otra cosa diferente es que luego le haya vendido las fotos a una revista, pero eso ya no es asunto a debatir aquí. De momento, yo me limito a contar la historia. Para ver otras imágenes del reportaje (desordenadas por culpa de Blogger) sólo hay que pinchar en "leer más". He tenido que robarlas de la página oficial de la revista, y por eso algunas tienen una desagradable franja en la parte de abajo.
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14 octubre, 2008

La Lectora del Premio Don Quijote.

Esta semana se ha inventado y se ha entregado el I Premio Internacional Don Quijote de la Mancha. Ahora que en Estados Unidos hay más hispanohablantes que en la mismísima España, los españoles teníamos que hacer algo para compensar por la pérdida del protagonismo lingüistico internacional; había que demostrar al mundo, rápido y claro, que podremos ser menos pero seguimos siendo los dueños morales de este idioma. Y como ya nadie presta atención al Premio Cervantes de la RAE, se han sacado de la manga este nuevo Don Quijote, que supuestamente reconoce la labor en defensa del español. A mí las cuestiones políticas me tocan un poco el pie. Lo que de verdad me llama la atención es el trofeo en sí, la copa. El pobre Lula da Silva lo miraba por un lado, lo miraba por el otro y decía: "¿qué carajo es esto?". Ja, ja, ja. En contra de lo que dicta la tradición más aburrida, la escultura del Premio Don Quijote no es lo que anuncia ser; no sigue los pasos de los Óscares, los Goyas, o las Conchas de oro y plata, sino que es una obra autónoma firmada por Manolo Valdés, una pieza que nada tiene que ver con Cervantes ni con las flacas estatuíllas que se llevan los turistas de Toledo. Se llama La Lectora, es una cabeza hecha un lío de libros y viene con un poemilla de Vargas Llosa. Otro día escribiré sobre Manolo Valdés, que me gusta bastante; hoy sólo quería celebrar que el arte haya salido en la primera página de los periódicos, aunque haya sido de refilón. ¡Viva!
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13 octubre, 2008

Vuelve la canción protesta.

De vez en cuando me entran ganas de utilizar el blog para protestar sobre cosas mundanas que me sacan de quicio, como Telefónica, los profesores incompetentes o la gente fea que dice cosas obvias. Pero soy un hombre ambicioso que trata de construir un personaje interesante y, como siempre he sospechado que la queja nos hace vulgares, todas las veces termino tragándome las ganas de lanzar espumarajos contra lo prosaico. Es mucho más elegante callarse y aparentar indiferencia. (O, ya puestos, aparentar inteligencia, que es una palabra casi igual pero infunde mucho más respeto). La queja la dejo para gente que realmente sabe explotarla, como este tal Shank Bone Mystic. Al pobre le robaron las ruedas de la bici delante de su casa y para protestar compuso una canción estupenda. El vídeo, grabado por las cámaras de seguridad, lleva un tiempo dando vueltas por la red, siempre a punto de convertirse en un fenómeno viral. Yo lo habría colgado antes o lo habría colgado después, pero lo he colgado hoy porque quiero rendir un homenaje a cierto amigo que se acaba de comprar una bici. Por supuesto, no diré nombres. También estoy convencido de que el misterio contribuye al atractivo del personaje.

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09 octubre, 2008

Santa Tecla y los marcianos.

"Los curas no son humanos, debajo de las sotanas esconden cuerpos de alienígenas. Toda la religión cristiana no es más que una conspiración extraterrestre para acabar con la Tierra. Algún día nos harán explotar, y en un planeta lejano alguien disfrutará de ello como se disfrutan los fuegos artificiales". Éste es el argumento de una novela que escribí y me comí en torno al año 2000. Era una buena idea, pero no fui capaz de estar a la altura. Por eso ahora me alegra tanto que otra gente haya podido reutilizarla (sin saberlo) para hacer el cartel del festival de Sitges. Este cartel me gusta todo, desde los colores hasta el hecho de que haya sublimado mi genial ocurrencia. Pero me quedo con el detalle de los dos marcianos encima del tejado de la iglesia. Una iglesia que, para redondear el juego de casualidades maravillosas, está dedicada a Santa Tecla, patrona de los internautas y de todos los que utilizan los teclados para ser mejores personas. Sólo falta que salgamos volando como un petardo en Fallas, y entonces ya reviento de felicidad.

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07 octubre, 2008

A mí sí me gusta


Parece ser que de repente y a raíz del escándalo de un supuesto fraude por su parte, lo de buen gusto es decir que Damien Hirst no gusta. Pues bien, a mí sí me gusta.
Y me gusta, precisamente por desatar las críticas que está desatando, las cuales contienen los típicos argumentos que ponen en evidencia al que los usa. Para muestra, un botón.

Argumento nº 1: Es malo porque sólo busca el éxito y el dinero. A los que usan este ridículo argumento, les respondería que quien esté libre de este pecado que tire la primera piedra. Acabemos con la imagen bohemia del artista que se alimenta sólo de belleza estética. Un artista es una persona que vive de hacer arte, y por tanto ansiará tener éxito en su carrera, como cualquier otro profesional. Pero a los que usan este argumento les preguntaría además si les parece igual de censurable ese ansia de éxito en grandes santones como Velázquez, quien, lejos de perseguir sólo la excelencia estética, lo que persiguió siempre fue colocarse la prestigiosa cruz de la Orden de Santiago en el pecho.

Argumento nº 2: Es malo porque no hace nada con sus propias manos, sino que sus obras las fabrica un taller de artesanos. Este argumento me merece el mismo respeto que el de “esto lo hace mi hijo”. A ver si se enteran, señores, que lo importante del arte no es el componente manual sino el mental; que a dibujar de forma virtuosa le enseñan a cualquiera en una academia, y que una obra no es más genial porque la haya hecho el genio con sus propias manos, en lugar de ser manufacturada por un vulgar artesano. A los que usan este tipo de argumento también les preguntaría si encuentran igual de censurable que todos los grandes maestros de la historia del arte trabajasen en realidad a través de grandes talleres de aprendices que se manchaban las manos por ellos, empezando por el mismísimo Rubens.

Argumento nº 3: Es malo porque no es bonito. Gracias a Dios (es decir, gracias a Marcel Duchamp), hace mucho que sabemos que el verdadero artista no es el que hace formas “bonitas”, sino el que genera significados a través de las formas. Porque “lo bonito” es algo tan subjetivo como fugaz (pues depende de las modas), mientras que los significados son eternos, porque siempre nos dirán algo interesante (del momento histórico en que fue creada la obra, de la ideología de su autor, de la sociedad que alumbró ese tipo de obra).

A mí, los animales en formol de Hirst o los globitos de Jeff Koons me dicen algo. Y parece que a sus encendidos críticos también, pues no les dejan en absoluto indiferentes. En cualquier caso, el fraude del artista británico lo que hace es poner en evidencia todo el entramado mercantil que rodea al arte actual. Que consiga que se paguen esas sumas millonarias por sus obras por medio de una estratagema tan burda como la de que sus amigos inflen los precios en las subastas, me parece una maravillosa burla al mercado.

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El teleobjetivo y el tiro en la cabeza.

La única pregunta de examen que nunca olvidaré me la hicieron en primero de carrera. El profesor proyectó un fragmento de Lawrence de Arabia y había que adivinar qué tipo de óptica se había utilizado. La respuesta correcta era "teleobjetivo". A mí me pareció descabellado que nos exigiesen tanta destreza visual, pero luego he aprendido que el uso de un teleobjetivo no sólo es fácil de distinguir, sino que además mola mogollón. Los planos filmados desde muy lejos potencian la sensación de subjetividad y es fácil pensar que se están viendo las cosas a través de los ojos de otra persona. El ejemplo perfecto es Tiro en la cabeza, rodada íntegramente desde lejos. No sé si será porque es una historia de terroristas, pero el caso es que durante toda la proyección yo tuve la sensación de que estaba mirando con ojos de policía. Y más allá de posibles interpretaciones políticas, creo que la película de Rosales debería ser reconocida por efectos narrativos como éste. Estoy casi seguro de que en aquel primer examen de carrera, nuestro examinador nos estaba dando una pista fundamental para comprender de qué iba realmente el cine: ahora que casi todas las historias ya están contadas, el verdadero mérito está en construir una nueva forma de mirar a lo mismo de siempre.
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06 octubre, 2008

La soledad de los profesores.

Este verano coincidí en una terraza con mi profesor de Física y Química del instituto. "Buenos días", le dije. Y él, con una educación exquisita, me contestó: "buenos días, ¿te conozco?". Han pasado más de tres lustros y yo nunca fui un alumno brillante, así que no se lo tuve en cuenta. "Sí", le contesté, "usted me dio clase en el Instituto Miguel Espinosa". El profesor tampoco me recordó con estos datos, pero ya daba igual: durante algunos minutos mantuvimos una agradable charla sobre el paso del tiempo, la jubilación y los recuerdos del cole que uno conserva toda la vida. Si cuento esto es porque justo ayer vi Ser y tener, un documental sobre profesores, y me acordé de aquel desayuno compartido en una terraza de verano. De los dos vídeos que he encontrado en youtube, mi favorito es el segundo. El curso acaba, los alumnos desfilan para decir adiós y el maestro se queda solo en el aula, completamente desamparado. ¿Qué será de él? ¿Qué hará cuando ya no tenga alumnos a los que enseñar? La respuesta me la dio mi antiguo profesor de física y química este verano mientras se tomaba un café. "Mira, tengo un blog", me dijo.
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03 octubre, 2008

Franco y la publicidad

Erwin Panofsky, uno de esos santones de la historiografía artística al que los catedráticos de arte suelen citar machacona e insistentemente, se ganó ese respeto por haber sido quien inventó nada menos que la iconología. La iconología (según la RAE “Representación de las virtudes, vicios u otras cosas morales o naturales, con la figura o apariencia de personas”), aplicada al arte viene a ser un método de análisis de la obra como icono o símbolo, más que como mera imagen. Es decir, se prima la interpretación del contenido sobre el estudio de la forma. Este tipo de análisis trata de contextualizar la obra y de buscar sus implicaciones sociales, políticas o históricas; al contrario del análisis formal tradicional, que lo que persigue es clasificar la obra dentro de tal o cual estilo.
La consecuencia última de este método de análisis es que, puestos a analizar las obras como iconos, se podrá tratar por igual a una obra de arte “en mayúsculas” que a una imagen perteneciente a la llamada “baja cultura” o “cultura de masas” -como la publicidad-, porque ambas son representaciones visuales que forman parte de nuestro imaginario colectivo.
Todo este rollo -y ya que de publicidad va últimamente mitte-, para hablaros de la desenfadada propuesta de análisis de la iconografía franquista que hace el historiador Cirici Pellicer en su libro Arte del franquismo. Gracias a Panofsky, nosotros hoy podemos analizar el arte franquista (entre otros) aplicándole criterios que pertenecen al ámbito de la publicidad. Concretamente, Cirici encuentra un paralelismo definitivo entre ambos en el hecho de que tanto la iconografía franquista como la publicidad apelan directamente a la emotividad, en un intento de evitar que el ciudadano/consumidor piense por sí mismo.
En ambos casos, el mensaje está articulado en tres niveles de significación:

1. el símbolo. Es el nivel de significación más importante en publicidad. La imagen, pura emotividad, sustituye a la palabra, peligroso indicio de la lógica. Por otra parte, cualquier buen publicista aspira a conseguir ese símbolo potente que quede registrado de forma indeleble en la mente del consumidor, como marca inmediatamente reconocible. En el caso de la iconografía franquista, el escudo con el águila, el yugo y las flechas, o simplemente el rostro del dictador; en el caso de, pongamos, Nocilla, el famoso dibujo de la rebanada de pan con chocolate untado.

2. el nombre. Este nivel de significación introduce el lenguaje (log-os), y como tal corre el peligro de introducir la lógica en el mensaje. Para evitar que esto ocurra, se debe jugar con las propiedades sonoras o visuales del nombre, y así aniquilar la verbalidad de la palabra. En el caso de Franco, esto se consigue mediante la repetición del ritmo binario “Fran-co-Fran-co-Fran-co”; una solución un poco más cateta que la que adoptó el colega Mussolini con la “M” gigante, puro dibujo y no letra. En cuanto a Nocilla, sus resonancias sonoras son de sobra conocidas por todos (“No-ci-llaaa!”).

3. el eslogan. Finalmente, se hace necesario introducir algún tipo de frase pegadiza. Con suerte, el consumidor/ciudadano incluirá esa frase entre sus coletillas jocosas y la colará en sus conversaciones diarias. Sólo entonces, el producto habrá conseguido irrumpir en el imaginario colectivo. Pero de nuevo, debemos encontrar una frase que no tenga excesiva lógica, y que de hecho resultará semánticamente absurda, porque debemos condensar muchas ideas en ella. “Por el imperio hacia dios” es un ejemplo claro, pero encontraríamos una cantera estupenda de este tipo de eslogan en la llamada “frase quincenal”, que el Régimen editaba en postales, revistas etc. Nocilla, por su parte, optó directamente por ponerle una musiquita pegadiza a su famoso eslogan (“lecheee, cacaooo, avellanaaas, y azúcaaar…”).

Moraleja: ¿De haber nacido en estos tiempos en los que quien tiene vocación política no estudia ciencias políticas sino marketing, habría sido Franco un excelente publicista?

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02 octubre, 2008

Anuncios que molan (y III). La publicidad en el museo.

Cualquier persona que haya hablado conmigo más de 37 minutos sabe que siento una gran debilidad hacia todo lo que sea meta-algo. Y por eso me pirra esta campaña del Reina Sofía, porque es un anuncio que anuncia otros anuncios. ¡Metapublicidad! La IAA ha importado de Estados Unidos la sana costumbre de empezar el otoño con un concurso de anuncios en el Reina Sofía. Y como estas cosas dan una imagen desenfadada y abierta de la institución, las marquesinas de la ciudad están llenas de carteles para que todo el mundo se entere. La campaña es simple, simpática y surrealista, las tres eses que siempre funcionan. Pero ya he dicho que a mí lo que me gusta es que sea meta. Gracias a anuncios como éste, adolescentes hiperhormonados y caballeros sexagenarios sostienen encarnizadas discusiones sobre la connivencia entre arte y publicidad mientras esperan el autobús. El viejo urinario de Duchamp ya no escandaliza a nadie, pero... ¿qué pasa si colgamos un anuncio de Pato WC al lado del Guernica?
NOTA: La campaña es de la agencia Sra. Rushmore. Para ver más cosas sólo hay que pinchar en "leer más".
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01 octubre, 2008

Anuncios que molan (II). Obi-Wan con los profes.

El 30 de septiembre es el día del maestro y los profes lo celebran hasta en el espacio. O casi. La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción ha fichado al mismísimo Obi-Wan Kenobi, el rey del holograma, para que les ayude a promocionar esta juerga. Todo el universo está forrado con un cartel sin fotos ni efectos especiales, sólo un texto: "Luke Skywalker sería otro Luke Skywalker si no hubiese existido Obi-Wan". En primer lugar tengo que decir que la saga de Star Wars me parece un pestiño desde que se estrenaron las tres últimas películas, y que estoy un poco aburrido de que se reivindique como un referente generacional incuestionable. Pero si aceptamos que los cerebros subdesarrollados para los que George Lucas concibe su cine van a darse por aludidos con esta campaña, tengo una matización que añadir. ¿Acaso no es el mismo Obi-Wan cuya labor se ensalza aquí el responsable de la caída en el Lado Oscuro de Anakin Skywalker, alias Darth Vader? Parece que a los creativos de la campaña se les ha pasado este pequeño detalle por alto. Si yo fuese padre, el último profesor a quien confiaría la educación de mis retoños sería este pseudo monje de ineficacia probada, adicto a los misticismos orientaloides de medio pelo y con una sospechosa tendencia a hacer mutis por el foro a la primera de cambio. Pero bueno, quién sabe; a lo mejor esta cagada de los creativos es un signo del más allá y nos está indicando que ha llegado el momento de cerrar puerta a la caspa galáctica para buscar nuevos referentes con los que estimular a la muchachada. Ojalá.
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